miércoles, 8 de abril de 2009

Es hora del ruido

He venido hablando del silencio:
ausencias,
dolores viejos,
amores tercos,
melancoholías absurdas e innecesarias...

¡Me cansé!

Es tiempo de hablar del ruido:
De la música alta y las luces intensas, multicromáticas, volubles;
de las mil bocas besadas al azar,
de los cuerpos desnudos, medio desnudos, desmembrados...
La mente vacía sustituyendo el dolor por el estruendo
La cabeza me explota literalmente.
Mi alma se esta escapando
(seguramente va al mar, donde imaginé una noche que te conocía)
Detenla por favor...
...
...
...
Se fue por completo.
Ahora la inconsciencia:
duendes de colores chillantes a mi alrededor, chillando,
brincando, besándome, tocándome el cuerpo. Sin cuerpo,
entrándose en mis ojos dilatadamente huecos,
en mis oidos sensibles, hipersensiblemente.
Baila, donde quiera que estés,
ponte a bailar
¡olvídame!

- Es que yo ya me enamoré...
del ruido.

miércoles, 1 de abril de 2009

Cuando las lágrimas no

- Mamá, ¿qué hace uno cuando se le agotan las lágrimas?
qué hacer si las ganas de hacerse por completo llanto no se terminan...
Ella se quedó callada un momento que me pareció largo, larguísimo,
miro al techo que se caía por partes, se tronó los dedos, se mordió los labios.
-No sé hijo, hace veinte años dejé de llorar con lágrimas para que no aprendieras,
para que tu no fueras a llorar tanto, y mira...
No quise abrazarla, nos quedamos mirando de frente con los ojos huecos,
como dos cubetas vacías, como dos noches de lunas nuevas, escondidas.
Su cuerpo empezó a disminuirse como madera al fuego, mi cuerpo como ceniza al viento.
-Cuando a uno se le acaban las lágrimas, hijo, cuando eso pasa,
uno aprende a llorar para adentro,
a sentir como la tristeza va consumiéndote todo, por dentro,
a hacerse sal de a poco,
a consumirse en su propio infierno.