martes, 17 de marzo de 2009

El miedo del alma


Hay algo en mis fotos actuales y en mi espejo que me echa en cara la constancia del cambio. Se está extinguiendo el tiempo poco a poco, va pasando a una velocidad increíble y yo estoy detenido, como pendiente de un hilito delgado de nailon que me permite ver la manera en que todo se transforma.
Hay miedos muy de todos, muy mios...
Mis ojitos almendra poco a poco se han ido opacando, sospecho que con las lágrimas y los años se ha ido formando un barniz mate que se va adhiriendo a la mirada.
La piel, luce morena de sol, se ha arrugado casi imperceptiblemente: una linea que corta la frente, las comisuras de los labios, el marco de los ojos menos vivos.
Los labios un poco más morados, parece que la mentira, los discursos largos, los besos escasos y seguramente el tiempo, los han ido resecando y oscureciendo. A veces amanecen partidos, a veces completamente cerrados.
El cabello más corto, más grueso, más escaso de vez en vez se pega al cepillo...
Cuando muevo las cejas, mis orejas se mueven como alas, eso no ha cambiado con el tiempo. Las cosas capaces de hacernos sonreír no deben desaparecer nunca.
Me puse a mover mis orejas para distraerme. Los labios erosionados elevaron de a poco sus comisuras, acentuando las arruguitas de la piel quemada...
Quería sonreír para no fijarme en el alma.
- Es cierto, ¡el alma no se ve en el espejo!
Pero en los ojos, te acuerdas que son ventanas.
A través de esa pátina opaca, pude verla asomándose temerosa, encogida y friolenta. Por eso quería sonreír, para no mirarla. Habla, no me gusta que hable.
Mencioné miedos recurrentes, miedos muy mios.
Con los años no sólo se ha modificado el cuerpo, es cierto, escondida en su ventana, mi alma me grita que las arrugas y la resequedad no importan.
¿Alguien se ha fijado, antes de crecer que el alma también es temerosa?
Ella no se fija en la calvicie, El alma tiembla...
Tiene miedo de que junto con el brillo ocular y el rocío de los labios se haya escapado su bondad.
Miedo de que con los rayos del sol se le hayan quemado las ganas de animar a mi cuerpo cambiante.
Se descubre sola, solísima en los adentros negros de este cuerpo que está envejeciendo.
Y llora, tiene miedo ya lo dije.
Miedo de no volver a sentirse amada.
Miedo de la perversidad que la acosa frecuentemente...
¡No quiere volverse mala!

2 comentarios:

Anónimo dijo...

moii que va me gusta lo que escribes y me da gusto qeu la depre lla se ayaido y al ex dile ke lla se balla al italia muy muy pronto jajajajajaj
p.d. hay disculpa las faltas de ortografias
attem miguelit0

Anónimo dijo...

NO HAY MAYOR TRAGEDIA, QUE CUANDO EL HOMBRE SE QUEDA SORDE EN SI,
PERO ES GRATIFICANTE QUE EN ESTE TIEMPO POSMODDERNISTA AUUN HAYA QUIEN APESAR DE LAS RUINAS DEL ALMA, TODABIA DEJAN ENTREVES DESTELLOS DE QUE AUN NO TODO ESTA PERDIDO.

FELICITAS


A.V M